El sector promotor encara la renta final del ejercicio con las espadas en alto y las expectativas de cumplir con los números previstos en un año cuyas dificultades ya habían descontado a la hora de hacer sus estimaciones anuales: las compraventas se han ralentizado, por la pérdida de poder adquisitivo de una población que limita la demanda de vivienda. Y la subida de tipos conlleva una dificultad añadida en lo que respecta a los costes de construcción al tiempo que dificulta a las promotoras el acceso a la financiación.
Las promotoras encuestadas coinciden al reconocer que el actual escenario inflacionista, que supone un encarecimiento de las condiciones de financiación de los proyectos de obra nueva y dificulta el acceso a la vivienda a muchas familias, es todo un reto. Un desafío que afrontan diversificando sus nichos de negocio y explorando oportunidades, pero también analizando el mercado al dedillo, al tiempo que buscan alternativas y métodos más flexibles para realizar sus proyectos que minimicen el riesgo y el endeudamiento, como pueden ser la adquisición de suelos a través de permutas, opciones de compras, entrada de nuevos socios o acudiendo a la fórmula del crowdfunding y a través de la colaboración público-privada.